lunes, 25 de noviembre de 2013

¿Fueron los primeros artistas mayoritariamente mujeres?



FUENTE ORIGINAL:
http://terraeantiqvae.com/profiles/blogs/fueron-los-primeros-artistas-mayoritariamente-mujeres#.UpNMLsRyF8E



Fuente: National Geographic | Virginia Hughes | 8 de octubre de 2013 (Traducción de G.C.C. parraTerrae Antiqvae)
Las mujeres hicieron la mayoría de las pinturas rupestres más antiguas, según sugiere un nuevo análisis sobre huellas de manos. La mayoría de los investigadores han asumido que los antiguos artistas fueron predominantemente hombres, por lo que los resultados de la investigación derrumban décadas de un dogma arqueológico.

El arqueólogo Dean R. Snow (izquierda), de la Universidad Estatal de Pennsylvania, analizó las plantillas de manos manos encontradas en ocho cuevas situadas en Francia y España. Mediante la comparación de las longitudes relativas de ciertos dedos, Snow determinó que tres cuartas partes de las huellas de manos eran del sexo femenino.
"Ha habido un sesgo masculino en la literatura sobre prehistória desde hace mucho tiempo", dijo Snow, cuya investigación fue apoyada por el Comité de la National Geographic Society para la investigación y exploración. "La gente ha hecho un montón de suposiciones injustificadas sobre quiénes hicieron estas cosas, y por qué".

Los arqueólogos han descubierto cientos de plantillas de manos en las paredes de las cuevas a través de todo el mundo. Debido a que muchas de estas primeras pinturas también muestran animales de caza -bisontes, renos, caballos, mamuts lanudos, etc.- muchos investigadores han propuesto que fueron hechas por hombres cazadores, tal vez para describir a sus presas o como una especie de"magia de caza" tendente a aumentar el éxito de una próxima cacería. El nuevo estudio sugiere lo contrario.
Foto: ¿Fueron estas pinturas de manos, descubiertas en la Cueva de las Manos, en Santa Cruz, Argentina, fruto de las mujeres?
"En la mayoría de las sociedades de cazadores-recolectores, son los hombres quienes hacen la matanza. Pero a menudo son las mujeres quienes transportan la carne de vuelta al campamento, y ellas están tan preocupadas con la productividad de la caza como los hombres lo están", dijo Snow. "No eran sólo un grupo de varones por ahí persiguiendo bisontes a su alrededor".

Los expertos expresaron una amplia gama de opiniones sobre cómo interpreta Snow los nuevos datos, lo que demuestra los muchos misterios que todavía rodean a estas primeras manifestaciones artísticas.

"Las huellas de manos son una categoría verdaderamente irónica del arte rupestre, ya que parecen ser una conexión clara y evidente entre nosotros y la gente del Paleolítico", dijo el arqueólogo Paul Pettitt (derecha), de la Universidad de Durham, en Inglaterra. "Creemos que las entendemos, pero cuanto más indagas sobre ellas te das cuenta de lo superficial que es nuestro entendimiento al respecto".

Diferencias de sexo

El estudio de Snow comenzó hace más de una década, cuando se encontró con la obra de John Manning, un biólogo británico que había encontrado que los hombres y las mujeres difieren en la longitud relativa de los dedos: las mujeres tienden a tener los dedos anular e índice aproximadamente de la misma longitud, mientras que en los hombres el dedo anular tiende a ser más largo que el dedo índice.

Un día, después de leer acerca de los estudios de Manning, Snow sacó de su estantería un viejo libro de 40 años de antigüedad sobre pinturas rupestres. El reverso de la portada del libro muestra una plantilla de mano colorida de la famosa cueva de Pech Merle, en el sur de Francia. "Miré esa imagen y pensé, hombre, si Manning sabe de lo que está hablando, entonces esto es casi seguro una mano femenina", recuerda Snow.
Foto: Manos en la cueva de Pech Merle (Francia), las cuales Dean Snow cree realizadas por mujeres.

Las plantillas y huellas de manos han sido encontradas en cuevas de Argentina, África, Borneo y Australia, pero los ejemplos más famosos tienen de 12.000 a 40.000 años de antigüedad y están en el sur de Francia y norte de España. 
Para el nuevo estudio, Snow examinó cientos de plantillas en cuevas de Europa, pero la mayoría eran demasiado débiles o con manchas para ser utilizadas en el análisis. El estudio incluye mediciones de 32 plantillas, incluyendo 16 de la cueva de El Castillo, en España, 6 de la cueva de Gargas, en Francia, y 5 de Pech Merle.
Foto: Analizando plantillas de manos que datan de hace 28.000 años en la cueva de El Castillo, España, el arqueólogo Dean Snow concluyó que muchos de los artistas habían sido mujeres. En esta imagen el largo dedo anular de la mano que está a la izquierda es un claro indicativo de que pertenece a un hombre. En cambio, la mano que está a la derecha tiene largo el dedo índice y el meñique corto, y, por tanto, es una mano muy femenina. Los hallazgos del profesor Snow sugieren que el papel de las mujeres en la cultura prehistórica pudo haber sido mayor de lo que se pensaba. Fotografía de Roberto Ontañón Peredo, cortesía Dean Snow
Snow manejó las mediciones a través de un algoritmo que creó sobre la base de un conjunto de manos de gente descendiente de europeos que vivían cerca de su universidad. Al usar varias mediciones -tales como la longitud de los dedos, la longitud de la mano, la relación entre dedo anular y el dedo índice, y la relación del dedo índice respecto al dedo meñique- el algoritmo podría predecir si una huella de mano dada era de hombre o mujer. Sin embargo, debido a que existe una gran cantidad de solapamiento entre huellas de hombres y mujeres, el algoritmo no fue especialmente preciso: el mismo predice el sexo de las muestras modernas de Snow sólo con cerca del 60 por ciento de exactitud.

Por suerte para Snow, ello no fue un problema para el análisis de las huellas de manos prehistóricas. Al final resultó que, para su sorpresa, las manos de las cuevas tenían mucho más dimorfismo sexual que las manos modernas, lo que significaba que había un escaso solapamiento en las distintas medidas de las mismas.

"Ellas (las manos) se sitúan en los extremos, e incluso más allá de los extremos", dijo Snow."Hace veinte mil años, los hombres eran hombres y las mujeres eran mujeres".
Foto: Mano que por el tamaño casi similar del dedo anular e índice correspondería a una mujer.
¿Mujeres, niños, chamanes?
El análisis de Snow determinó que 24 de las 32 manos -el 75 por ciento-, eran de mujeres.
Algunos expertos se muestran escépticos. Hace varios años, el biólogo evolucionista R. Dale Guthrie (izquierda) realizó un análisis similar de huellas de manos paleolíticas. Su trabajo, basado principalmente en las diferencias del ancho de la palma de la mano y el pulgar, encontró que la gran mayoría de las huellas de manos provenía de adolescentes varones.

Para los adultos, las cuevas habrían sido peligrosas y poco interesantes, pero los muchachos las habrían explorado por afán de aventura, dice Guthrie, profesor emérito de la Universidad de Alaska, en Fairbanks. "Ellos dibujaron lo que estaba en su mente, que era principalmente dos cosas: mujeres desnudas y grandes y aterradores mamíferos".

Otros investigadores están más convencidos con los nuevos datos.
"Creo que el estudio es una contribución destacada", dijo el arqueólogo Dave Whitley (derecha), de ASM Afiliados, una firma de consultoría arqueológica en Tehachapi, California. A pesar de que las huellas de manos han sido discutidas durante media década, "esta es la primera vez que alguien ha sintetizado un buen conjunto de pruebas".

Whitley rechaza la idea de Guthrie de que este arte fuera hecho por razones puramente prácticas relacionadas con la caza. Su opinión es que la mayor parte de las manifestaciones artísticas fue realizada por chamanes, los cuales entraban en trance para intentar conectar con el mundo espiritual. "Si usted entra en una de estas cuevas solo, comienza a sufrir una privación sensorial muy, muy rápidamente, en 5 a 10 minutos", dijo Whitley. "Ello le puede llevar a un estado de conciencia alterado".
El nuevo estudio no descarta la teoría del chamán, añadió Whitley, ya que en algunas sociedades de cazadores-recolectores los chamanes son mujeres o transexuales (transgénero)

El nuevo trabajo plantea muchas más preguntas que respuestas. ¿Por qué las mujeres son las artistas principales? ¿Estaban creando sólo las huellas de las manos, o el resto de las manifestaciones artísticas también? ¿El análisis de las manos sostiene si los artistas no fueron los Homo sapiens, sino los neandertales?

Sin embargo, la pregunta que Snow recibe con mayor frecuencia es ¿por qué estos antiguos artistas, quienesquiera que fuesen, dejaban huellas de manos?

"No tengo ni idea, pero una bonita hipótesis es que se trataba de alguien diciendo: "Esto es mío, yo hice esto'", concluye.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Puabi o Pu-Abi primera mujer posiblemente gobernante o "reina" de la que se tiene constancia

http://es.wikipedia.org/wiki/Puabi

Rebelión de las mujeres en la antigua Roma

Extraído de

http://arraonaromana.blogspot.com.es/2013/11/rebelion-de-las-mujeres-en-la-antigua_10.html

Rebelión de las mujeres en la antigua Roma

Autora: Montse Garriga

Una colaboración para Arraona Romana


Según los antiguos romanos  las mujeres debían ser tan solo matronas, siempre bajo la tutela del paterfamilias. Debían ser austeras  y modestas en el atuendo ya que eso se consideraba lo adecuado para que no llamar la atención. Tenían  prohibido marcar las curvas del cuerpo y se debía  usar  velo. Estas normas de decoro adquirían tal importancia que Valerio Maximo llegó  a afirmar que muchos divorcios tuvieron por causa la negativa de la mujer a llevar el velo.  

 En el año 215 a. C., tras ser derrotado el ejército romano por Aníbal en la batalla de Cannas, los políticos, movidos por la necesidad de recuperarse económicamente para continuar haciendo frente a tan poderoso enemigo, votaron la Lex Oppia (que debe su nombre al tribuno de la plebe Cayo Oppio), que limitaba las manifestaciones externas de riqueza en las mujeres. No se les  permitía llevar más de media onza de oro en joyas, los vestidos sin colores llamativos para no emplear tintes caros, y habrían de conformarse con la litera y el tiro para circular por Roma e inmediaciones, pues se prohibía el carruaje de dos caballos si no era para asistir a algún acontecimiento de carácter religioso. Y lo que ha sido considerado por algún autor moderno su posterior agravación en el año 210 a.C, la exhortación del cónsul Valerio Levino a los senadores para que diesen muestras de su patriotismo, entregando parte de sus propias fortunas al tesoro público pudiendo disponer de los anillos de oro de sus esposas e hijas, ejemplo que fue seguido igualmente por caballeros y plebeyos, según dice Tito Livio (XXVI, 36), la Orchia de coenis del año 181 a.C, un plebiscito del tribuno C. Orchio —plebiscito favorecido por Catón— por el que se fijaba un límite a número de los invitados en los banquetes, por lo que atacaba indirectamente a las mujeres, y la Voconia de mulierum hereditatibus del año 169 a. C, un plebiscito del tribuno Q. Voconio Saxa por el cual las mujeres no tenían derecho a ser instituidas como herederas en el testamento de los ciudadanos censados en la primera de las clases, todas ellas  dirigidas claramente contra las mujeres, realmente tienen un planteamiento que apunta mayormente una tendencia hacia la generalización, en el sentido de:

a) Acabar con el lujo: Que las mujeres sean las más atacadas podría deberse a una cierta tendencia a suponerlas portadoras de un cierto espíritu amante de lo lujoso, lo que es algo que no podía obviar fácilmente la mente de los legisladores, pero atacar el lujo excesivo parece la tendencia general. Para ello se pueden argumentar toda una serie de leyes suntuarias (por orden cronológico: Fannia, Didia, Aemilia, Licinia, Cornelia, Antia o las dos Iuliaé), que no se dirigen expresamente contra las mujeres.

Por otra parte, hay que tener en cuenta el hecho manifiesto de encontrarse Roma en el peligro de la guerra con Aníbal, por lo que exigir una cierta ponderación en los gastos o lo que es lo mismo, escatimar las exhibiciones de riqueza en un momento de escasez no parece desorbitado.

b) Restaurar las viejas costumbres: Así, por ejemplo, el testamento en sus orígenes tenía un carácter de Derecho Público, puesto que tenía por objeto el nombrar un nuevo paterfamilias, pero si por medio testamentario se nombraban herederos, al margen del paterfamilia, éste tendía a convertirse en un título sin fuerza que podía ser rechazado.

En todas estas leyes existe un componente claro de defensa de la vieja tradición romana en cuanto al recato de las costumbres y, como consecuencia de ello, según ha mantenido C. Herrmann, otro componente importante que tiene que ver con el mantenimiento de las prácticas religiosas de tipo tradicional concretadas en la Religión Oficial frente a la entrada, demasiado bien acogida por las mujeres, de los cultos de tipo oriental, de los cultos de tipo mistérico.


        
Pero llegados al año 195 a. C., bajo el consulado de Catón, las restricciones impuestas por la ley ya no tenían tanto sentido ya que Roma había vencido y la riqueza era abundante, haciendo innecesario tanto recorte. Por este motivo, dos tribunos de la plebe pensaron que sería buena idea pedir su abrogación.

Tito Livio nos transmite que en el año 195 a.C.,las mujeres se manifestaron en Roma para que se revocara, pues no concebían el desarrollo de la República “sin que se tuviera en cuenta su belleza". A pesar de la oposición, las propuestas de los Tribunos de la Plebe, Marco Fundanio y Lucio Valerio, fueron atendidas y, finalmente, se deregó la Lex Oppia.

Las referencias a la Lex Oppia en la literatura son múltiples, por ejemplo en en los versos plautinos Aulularia, Epidicus y Poenulus, cuyo contenido trasmite distintas visiones del movimiento femenino a través de la crítica misógina y el protagonismo de meretrices y matronas en la “revuelta”.

Lo más sorprendente es que la discusión no se desarrolló como hubiera sido normal en la República, sino que las mujeres se echaron a la calle en una manifestación de proporciones inimaginables. Una enorme multitud entró en el Capitolio. “Ni la autoridad, ni el pudor, ni las órdenes de sus maridos consiguieron hacerlas volver a casa. Ocuparon todas las calles de la ciudad y los accesos al Foro, suplicando a los hombres que bajaran hasta allá”. Reclamaban que se les devolvieran “sus adornos de antes”. La afluencia iba aumentando con el transcurso de los días, porque llegaban mujeres de otras ciudades y “no dudaban en preguntar a los cónsules o abordar a los magistrados”.

Catón, que deseaba el mantenimiento de la ley Oppia, argumentaba que la ley evitaba la vergüenza de la pobreza, porque en virtud de ella todas las mujeres vestían del mismo modo. Se dirigió a ellas con un discurso de dos partes: en primer lugar una reprobación de su conducta, contraria a las buenas costumbres, y después les expuso los peligros de aumentar el lujo. Aprovechó para fustigar a los maridos y magistrados que no habían sido capaces de restablecer el orden en la ciudad ni de hacerse respetar en sus casas. En su opinión, ceder a las pretensiones femeninas era exponerse a nuevas revueltas protagonizadas por otros grupos de presión.



   
      “¿Qué forma es ésta de precipitaros fuera de vuestras casas, bloquear las calles e interpelar a unos hombres que no conocéis? Cada una de vosotras podría haber formulado esta demanda en su casa, ante su marido. ¿Es vuestro poder de seducción más grande ante unos desconocidos que ante vuestro esposo? ¿Corresponde a una mujer saber si una ley es buena o no? Nuestros antepasados han querido que ninguna mujer, incluso en un asunto de carácter privado, pueda intervenir sin un fiador, que estén protegidas por la tutela de sus padres, de sus hermanos, de sus maridos, ¡y nosotros las dejamos entrar en la vida del Estado, ocupar el Foro y participar en las asambleas! ¿Qué no intentarán luego si consiguen esa victoria? ¿Y por qué esta revuelta? ¿Acaso para suplicar que rescaten a sus padres, maridos o hijos, prisioneros en Cartago? No, es para brillar con oro y púrpura y para pasear en sus carros; para que no haya límite a nuestros gastos ni a la profusión de lujo”.

"Si cada uno de nosotros, señores, hubiese mantenido la autoridad y los derechos del marido en el interior de su propia casa, no hubiéramos llegado a este punto. Ahora, henos aquí: la prepotencia femenina, tras haber anulado nuestra libertad de acción en familia, nos la está destruyendo también en el Foro. Recordad lo que nos costaba sujetar a las mujeres y frenar sus licencias cuando las leyes nos permitían hacerlo. E imaginad qué sucederá de ahora en adelante, si esas leyes son revocadas y las mujeres quedan puestas, hasta legalmente, en pie de igualdad con nosotros. Vosotros conocéis a las mujeres: hacedlas vuestros iguales. Al final veremos esto: los hombres de todo el mundo, que en todo el mundo gobiernan a las mujeres, están gobernados por los únicos hombres que se dejan gobernar por las mujeres: los romanos."

A pesar suyo, la ley fue derogada; pero como Catón consideraba que el deseo de una mujer de gastar dinero era una enfermedad que no podía curarse, sino simplemente reprimirse, años más tarde defendería otra ley, relativa a los testamentos de los más ricos, para evitar la acumulación de fortunas femeninas.


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Bibliografía consultada:

·       Jean Noël Robert. Eros romano: sexo y moral en la Roma antigua.
·       Indro Montanelli. Historia de Roma.
·       Intervención en el Senado de Marco Porcio Catón, recogida por Tito Livio.
·       Volterra, E. Istituzioni di diritto privato romano.
·       Stanley F. Bonner. La Educación en la antigua Roma.
·       Wikimedia Commons

Apuntes mujer

Origen roma rapto de las Sabinas
Origen Cartago rapto mujeres  de Chipre.

Princesa propone matrimonio Atila.por ello hunos Occidente.

Divine Women

Documental en Inglés de la BBC


Cleopatra

Mitos y realidades.

Extraido de:
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/10/19/actualidad/1382199309_825075.html

Él aplastó su flota en Actium, en el año 31 antes de Cristo, convirtiendo su reino en una provincia más. Ella prefirió matarse antes que vivir como una súbdita. Augusto y Cleopatra nunca se soportaron. El primer emperador de Roma y la última reina de Egipto vuelven a desafiarse, dos mil años después, en el campo del arte. Por una de aquellas casualidades que se suelen imputar a un cierto cinismo de la Historia, la capital italiana dedica a los eternos antagonistas dos exposiciones contemporáneas. El refinado reino de Alejandría saca pecho en el claustro del Bramante, a dos pasos de la plaza Navona, hasta el 1 de febrero de 2014; la época de oro de Roma se exhibe en las Scuderie del Quirinale, hasta el nueve del mismo mes de 2014, en el segundo milenio de la muerte del Augusto.

Vivieron ocultos tras la mitología que de sí mismos construyeron
El filósofo francés Blaise Pascal (1623-1662) consideraba que si la nariz de Cleopatra hubiera sido distinta, la Historia habría tomado otro rumbo. Si Julio César, y luego Marco Antonio, no hubiesen caído fascinados entre los brazos de aquella Isis de carne y hueso, quizás las guerras internas que fracturaban Roma no hubieran llegado a la batalla final, que decretó la muerte de la República y el principio del Imperio. Entonces Octavio no hubiera sido Augusto, el hombre que domó las turbulencias y recogió todo el poder para sí. Y que, aprovechando su posición, supo manipular la Historia: gracias a un inteligente patrocinio de la producción literaria y artística pudo convertirse en leyenda y perjudicar a su archienemiga.

Los textos de la época pintan a Cleopatra (69 a.C.-30 a.C) como una mujer frívola, voraz y caprichosa. Dante, Shakespeare y luego Hollywood abundarían a lo largo de los siglos en esa idea. Se la suele imaginar bañándose en leche o lánguidamente abandonada en un triclinium. “Hoy podemos trazar un perfil muy distinto. Tenía garra, carisma y andaba sobrada de inteligencia”, comenta Giovanni Gentili, comisario de Cleopatra. Roma y el hechizo del Egipto. “Era culta, preparada y con sus recursos supo mantener la libertad de su pueblo”. La exposición, organizada por Arthemisisa Group, ayuda a comprender el ambiente en el cual se formó la faraona: un antídoto infalible contra los prejuicios que cundieron sobre ella. Se presentan un total de 180 piezas, entre frescos, joyas, retratos, estatuas, han llegado a Roma del Louvre de París, del museo Egipcio de Turín, del British Museum de Londres o del Kunsthistoriches Museum de Viena. “Alejandría era una metrópolis cosmopolita y activa. El centro cultural más grande y refinado de su época. La Nueva York de antaño”, define Gentili.

La cultura dominante era la griega. La princesa creció con la legendaria Biblioteca a la vuelta de la esquina. Estudió retórica y estrategia política. Aprendió nueve idiomas, incluso la lengua hablada por los egipcios, lo que le permitirá mandar sin ayuda de intérpretes. En el año 51, la muerte de su padre le dejó un reino amplio, riquísimo de materias primas y amenazado por Roma.

“Sus enemigos no podían creer que una mujer de 18 años gobernara sola. La miraban con desprecio y envidia”, evalúa Gentili. El último retrato de la faraona quedó incompleto y es la primera vez que se expone: “Se trata de una imagen de Octavia [esposa de Marco Antonio y hermana de Augusto] que empezaba a ser corregido para pintar encima a la egipcia. Fue pintado en Atenas, cuando Cleopatra estaba alcanzando a su amado y aliado en Azio”.

En el otro extremo del cuadrilátero se yerguen las estatuas equilibradas y majestuosas del hombre que destruyó su sueño de independencia. Hijo adoptivo de Julio César, Augusto (63 a.C-14 d.C), logró acabar con decenios de luchas internas e inauguró una nueva era imperial. Con una eficaz maquinaria de propaganda supo presentar su principado como una época de paz, prosperidad y abundancia, cantada por Virgilio, Horacio y el resto de los que llenaban la mansión de su amigo Mecenas.

La exposición Augustus presenta de él una “imagen más articulada, menos edulcorada”, comenta el comisario Eugenio La Rocca, porque entrelaza la carrera del príncipe con el desarrollo de una nueva cultura”. El arte se transforma en expresión-ostentación del poder: estatuas ecuestres, cabezas, monedas, joyas, vasos de barro, todo lo glorificaba y difundía su mito por los dominios romanos, más amplios que nunca.

Entre las 200 obras expuestas —que han sido prestadas por algunos de los museos más importantes del mundo— es posible admirar por primera vez la inédita reconstrucción del decorado de un edificio público elevado y perdido cerca de Nápoles: “Las 11 láminas originales”, explica La Rocca, “describen la batalla de Actium, la entronización y la muerte de Augusto. Fueron vendidas en el siglo XVI. Las recuperamos para la ocasión de colecciones privadas de Hungría, Sevilla y Córdoba”. La época augusta, que duró más de 40 años, del 30 a.C al 14 d.C, “se puede parangonar a la de Pericles, a la de Napoleón: cambió la antigüedad y echó los cimientos de la actual civilización occidental”, sigue La Rocca.

Cleopatra y Augusto tuvieron un destino igual, aunque inevitablemente opuesto: vivieron dos milenios ocultos tras la mitología que de sí mismos construyeron. Él, como un inclemente semidios y a ella, como ávida meretriz. Ambos fueron expertos políticos que utilizaron todas sus armas para defender sus dominios, su poder y sus inmensas ambiciones. Pero ya se sabe: la historia esta ahí para ser reescrita y nunca es demasiado tarde para arreglar cuentas.